El cementerio Jardines de
Humaya, camino a Mazatlán. Es el camposanto de los narcos. En el cementerio,
que supo albergar a ricas familias de agricultores y empresarios locales,
ahora, además, se destacan las tumbas de los poderosos del hampa. En medio del
camposanto, a la derecha de la entrada, están las más monumentales. Dos pisos,
mármol rosado, paneles solares para alimentarlos con energía eléctrica.
Jardines de Humaya se expande. Hay quienes tienen cierto sentimiento de
admiración; tal vez el que da la posibilidad de enriquecerse súbitamente, aun a
riesgo de la propia vida. Otros, en cambio, les temen. Los cinco enterradores
del cementerio son más desconfiados. A media mañana, en un alto de su tarea de
cavar nuevas tumbas, ninguno ellos dice saber nada sobre narcos enterrados
aquí. Una vez por año traen bandas y les tocan toda la noche.
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