Cada cuánto: La mayor frecuencia de encuentros es para él un modo de expresión de sus tensiones y emociones, ya que no son grandes habladores cuando de amor y sentimientos se trata. Muchas veces, también creen que la cantidad es directamente proporcional al interés que sus parejas tienen en ellos. Pero la frecuencia del encuentro puede variar por épocas. Por ejemplo, el estrés, las vacaciones o los hijos pueden influir directamente al momento de dedicarle tiempo al sexo. El asunto radica en conciliar ambas posturas, lo cual, de hecho, es algo que se puede lograr si nos dedicamos el tiempo necesario a dialogar sobre el tema.
En búsqueda de la calidad: La duración del encuentro es relativa. Las personas suelen preguntar cuánto hay que durar, y la respuesta adecuada es que se debe durar lo que sea satisfactorio para ambos. Hay personas que tienen encuentros de muy pocos minutos y son extremadamente satisfactorios, y hay otras que sienten que si no tuvieron sesiones larguísimas, no es exitoso. En el caso de las mujeres, en líneas generales, en los encuentros muy prolongados suelen fatigarse: empiezan a sentir dolor, se lubrican menos y aquello que antes fluía, ahora lastima. Los hombres suelen creer el mito de que cuanto más durás, mejor es, y eso se aleja mucho de lo que las mujeres sienten que es bueno en una relación sexual.
Seguir creciendo: La pareja está en una constante evolución, y no hay que temer a los cambios que dependen directamente del crecimiento de ambos, tanto individualmente como juntos. Una pareja es la suma de las partes: mientras cada uno esté bien, impactará positivamente en el vínculo. Por eso, lo malo es "quedarse" y que no se registre tal estancamiento. En sesiones sexológicas, la mayoría de las parejas reconocen haber mejorado la calidad del encuentro aunque la frecuencia haya disminuido. Si es de este modo, no hay que preocuparse demasiado, porque si hay satisfacción y buenos momentos, se buscará repetirlos.